Como sucede en la iglesia vecina de Castilseco, el ábside de San Román se levantó sobre alto basamento que fue necesario construir para evitar el desnivel del terreno. Del mismo modo, cuatro semicolumnas-estribo, que arrancan de sendos contrafuertes, dividen el tambor en cinco paños o calles, siendo las de los dos extremos mucho más estrechas que las centrales, en las que se abrieron las tres ventanas. Una imposta de baquetón sobre nacela, a la altura de la base de las ventanas, divide el semicilindro absidal en dos cuerpos: el inferior no presenta decoración alguna y el superior es el que alberga las tres ventanas, todas ellas rematadas con arcos de medio punto compuestos por dos arquivoltas y guardapolvos. El alero se sostiene por una serie de doce canecillos y los cuatro capiteles de las semicolumnas. Comparado con el ábside de Castilseco, en el que trabajaron algunos maestros canteros de cierta pericia, aquí la decoración es de menor calidad y lo que en aquél eran rostros y figuras humanas aquí se sustituyen casi en exclusiva por ornamentación vegetal, muy del gusto cisterciense. En las imágenes 2 a 7 os ofrecemos un recorrido completo por las cinco calles, la última de las cuales ha quedado completamente cegada por el añadido de la sacristía en el siglo XVII. Una segunda imposta, a la altura de los cimacios de los capiteles presenta también un baquetón sobre perfil de nacela. |