El ábside se nos muestra hoy huérfano de las pinturas murales que un día lo decoraron en su totalidad. En el MNAC se conserva una pequeña parte de todo el conjunto: las figuras de los apóstoles Tadeo y Jaime vestidos con túnica manicata y pallia, que se vinculan al círculo de Pedret, al que también pertenecen las pinturas de Sant Pere del Burgal (reproducidas in situ) y Baiasca (conservadas in situ).

Ya os hemos comentado que la construcción de un monasterio de esta importancia conllevaria la más que posible edificación de un claustro románico. De él nada nos queda y de la riqueza escultórica del templo solo podemos llamaros la atención sobre los capiteles de las semicolumnas del ábside central (foto 9, enlaces 3/4/6/9), los capiteles de la ventana central (enlace 8) y la imposta (enlace 11) que separa el semicírculo absidal de la bóveda de cascarón de la cubierta. En todos estos casos predominan los motivos vegetales y geométricos.