La iglesia de San Miguel fue en sus inicios una pequeña capilla dependiente de la fortaleza sita en la confluencia de los ríos Nere y Garona. Con los años se le fueron añadiendo capillas laterales y otras dependencias que le han dado el aspecto que hoy en día contemplamos. Uno de los nuevos elementos es el esbelto campanario, obra de finales del XV y principios del XVI (fotos 1/2) otorgada por privilegio de Fernando el Católico. Parece más una torre de defensa militar que una obra religiosa, pero es la estampa más característica de la iglesia de Sant Miquel. Mide 40 metros de altitud y es de planta cuadrada en su cuerpo inferior, mientras que el cuerpo superior, en el que se albergan las campanas, es de planta octogonal. Se accede al interior del templo a través de la portada septentrional, abierta en ese cuerpo inferior en un amplio arco de medio punto que forma un pequeño atrio ante la misma (foto 3). La forman cinco arcos apuntados abocinados que descansan sobre capiteles cuyas cestas se esculpen con diferentes motivos: historiados los de la izquierda (enlaces 4 a 14, el del extremo izquierdo con tres caras) y vegetales los de la derecha (enlaces 15 a 21). Las diez columnas (enlaces 2/3) debieron ser todas de fustes monolíticos, pero actualmente dos de la derecha llevan dos tambores, probablemente fruto de alguna intervención posterior. En el muro de la derecha se encastó un Cristo crucificado del siglo XII (enlaces 22/23). La gente del lugar se refiere a él como la "Peira de la Vindicta Pública" dado que anteriormente se encontraba empotrado en el suelo al lado de la columna a la que durante los oficios religiosos eran atados los ladrones junto a los objetos robados para escarnio público. |