Poco conservamos, entonces, de este supuesto edificio románico original sobre el que, al cambiar los planes y gustos de las épocas, se elevaría el actual gótico. Nos queda, sin embargo, otra pieza de singular valor: la pila bautismal (fotos 1 a 4). Mide 1,10 metros de alto por 1,32 de ancho. La cuba es de gallones convexos en el exterior unidos por una cenefa de entrelazo (foto 5, enlaces 1/3/10) y cóncavos en el interior (enlace 2) y descansa, del mismo modo que la de Bareyo, sobre los lomos de dos leones acostados (enlaces 4/5). Casi con toda seguridad, ambas pilas son obra de un mismo taller o artesano. Si en aquella la figuración se limita a los felinos y una cara entre ellos, aquí los maestros fueron más allá y esculpieron una escena entera: la Anunciación (6). El arcángel se coloca a la izquierda de la Virgen y sus alas invaden los gallones entre los que se esculpe su figura. La Virgen ocupa el centro de la escena, parece sentada y sus largos cabellos le cubren los hombros. A su izquierda, un preocupado San José (7) le da la espalda y se apoya en un bastón. Una tercera figura, en el lado opuesto (enlace 9), parece observar a dos monjes esculpidos en la base de la pila entre las ancas de los leones (enlace 8). |