Uno de los muchos alicientes que ofrece La Rioja al viajero es su excepcional paisaje. En esta ruta nos acercaremos hasta las altas tierras que separan la comunidad riojana de las provincias de Burgos y Álava. Si al sur son las elevadas peñas de la Sierra de la Demanda las que marcan la frontera natural con Soria (foto 1, en la distancia), al norte los Montes Obarenes y la Sierra de Cantabria la separan de Castilla y León y el País Vasco.
Son tierras alejadas ya de las llanuras fluviales del Ebro, en las que las viñas van dejando paso a otros cultivos como los girasoles o los cereales (fotos 1 y 2) más resistentes a las cada vez más rigurosas condiciones del clima. El terreno desciende sin accidentes reseñables desde las peñas de Cellorigo (foto 3) hasta las zonas más bajas ya cercanas al río Ebro. Es un paisaje amable, de suaves líneas que, muy esporádicamente, se abre en profundas grietas por las que fluyen las aguas de los recién formados ríos.
La cascada del río Ea es una de estas hendiduras que de repente parten el horizonte en dos (fotos 1 y 2) y dejan escapar entre sus escarpadas márgenes las aguas que descienden de la Peña Lengua, un risco calcáreo que regala a la villa de Cellorigo con uno de los más vistosos escenarios de la comunidad. El nacimiento del río esta muy próximo y en consecuencia no esperéis grandes cantidades de agua aventurándose río abajo, pero el escenario bien vale el corto paseo que os separa de él tanto si dejáis el vehículo junto al lecho del río (que atraviesa la pista forestal por la que os aproximaréis al salto de agua) como si lo aparcáis en la carretera al inicio de la pista (la LR-304 si venís desde el oeste o la LR-302 si lo hacéis desde el norte. Ver mapa). La mejor época para visitarla, a pesar del aire fresco, es el invierno o principios de la primavera ya que os aseguraréis de que el río no esté seco. Nosotros, como podéis observar, no lo hicimos así y, efectivamente, el agua no corría. En todo caso, el lugar siempre vale un alto en el camino.
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