Las ruinas de esta antigua ermita se encuentran fuera del núcleo urbano de la actual Foncea, pero formaban parte de lo que era conocido como el poblado de Arce, unos 500 metros al sur de la villa. Conviene dejar el vehículo estacionado en Foncea, junto a la carretera LR-304, y tomar en dirección sur la calle Arce que, a los pocos metros, se transforma en un camino agrícola solo apto para todoterrenos. Os acercaréis a las ruinas por su lado norte (foto 1) donde un portal rematado por arco de medio punto (foto 2) os permite acceder al interior de la sala norte adosada a la nave (foto 3). Una vez dentro, son visibles los canecillos en que descansaba el alero de la cubierta de la nave, todos ellos de proa de nave (foto 4).

De todo el conjunto solo quedan en pie los muros de esta sala septentrional, que se cubria con bóveda de cuarto de cañón, y el muro norte de la nave (fotos 5 y 6). En planta la fábrica constaba, además, de ábside semicircular con cubierta de cuarto de esfera y nave de dos tramos cubierta con bóveda de cañón apuntada sobre arcos fajones de los que todavía se conserva algún sillar. El acceso desde la nave a la sala que mencionamos se realiza por medio de arco abocinado compuesto por dos arquivoltas (foto 7).

En la foto superior os mostramos los restos del muro norte de la nave. La foto está tomada desde el lado de poniente. Toda la maleza que observáis delante del muro ocupa el espacio de lo que era en otro tiempo la nave de la fábrica. El hastial de poniente quedaría muy próximo al punto desde el que tomamos la instantánea.

Regresemos al elemento más interesante del conjunto: la portada septentrional que comunica la nave con la sala norte (foto superior). Del lado interior de la nave el deterioro está ya muy avanzado, no así en el lado norte del muro donde todavía es posible observar su estructura. Consta de dos arquivoltas y guardapolvo apuntados. La arquivolta interior apea sobre dos columnas con capiteles decorados con motivos vegetales (enlaces 1 y 3). El de la izquierda de la imagen conserva una flor de seis pétalos. Es una lástima que, por poco que sea lo que se mantiene en pie, no se realice alguna intervención para, como mínimo, desbrozar el conjunto y consolidar alguno de sus elementos, que amenazan con derrumbarse definitivamente.